Año Uno


La patada de esta semana podría caerle a mucha gente. Podría caerle al Cholo por el pésimo planteamiento de ambos partidos contra el Sevilla en Copa, por sacar a Griezmann de posición y anularlo, por descompensar a su equipo con los cambios, por obcecarse con Moyá en la portería teniendo al posiblemente mejor portero actual en el banquillo. Podría caerle a él.


Podría caerle a Zidane y a su inoperancia. Su inmovilismo durante los partidos, donde se le ve superado por el adversario y sin ideas. Sus rotaciones extremas desateniendo una competición donde estaba a 4 partidos de levantar un trofeo cuando en Liga está más cerca del descenso que del Barsa. ¿Dónde estaba Bale anoche? ¿Dónte estaba Cristiano? ¿Modríc, Kroos, Casemiro, Marcelo, Carvajal,...? Podría caerle por mantener a Monsieur Empané en el terreno de juego mientras quita a Isco. ¡A Isco! Francamente, se merecería una buena patada y que desatara toda mi bilis contra él. Pero hoy, no toca.


Hoy toca pegarle a un señor que empezó LaLiga ofreciendo una seria alternativa al duopolio Madrid-Barsa al que alguna vez invitaban al Atlético. Un señor que cogió un equipo que el año pasado tonteaba con los puestos de descenso y le otorgó un nivel físico, un rigor táctico y una determinación de cara al gol encomiables. Una máquina de sumar victorias bien engrasada. Hoy, toca pegarle a Marcelino y a su Valencia.


Parece impensable poder sacarle fallos a su equipo, el cual está rindiendo, sin duda, por encima de las expectativas al inicio de temporada. Pero las expectativas son revisables. Y se autopuso un listón muy alto al que rara vez está llegando en las últimas fechas. La doble eliminatoria con el Alavés en Copa con derrota y prórroga incluidas; la derrota contra Las Palmas, un equipo desahuciado al que ha dado vida; el partidito contra el Deportivo, al cual le permitió soñar con la machada en los minutos finales,... van varios encuentros donde no solo no cierran el partido con el rigor táctico y la contundencia defensiva de hace un par de meses, sino que incluso encaja muchos más goles y llega a perder encuentros que deberían haber sido mucho más plácidos. Y el principal problema que le veo es que salen sin intensidad. Pecan de candidez. Y en el fútbol, la candidez se paga muy cara.


Parece que han llegado a un punto donde se lo han creído. Jugadores que saltan al terreno de juego pensando que son el Valencia CF y sus rivales deben hincar rodilla por el mero hecho de enfrentarse a ellos. Meses y meses escuchando lo buenos que son, lo bien que lo hacen y lo alto que apuntan no han contribuido en absoluto. Guedes, Zaza, Rodrigo, Parejo. Poco más y se piden con manifestaciones populares sus postulaciones a ganadores del Balón de Oro. A todos juntos. Precisamente al jugador al que más le pegué cuando supe su fichaje, Kondogbia, es el único que parece tener claro su papel en el tablero de LaLiga, luchando cada balón como si fuera el último. ¿Ser un "currito" en lugar de una "superestrella" ayuda a tener los pies en la tierra?


Sin duda alguna, el Valencia ha perdido fuerza. Se está desinflando. Es cosa del cuerpo técnico y los jugadores tratar de poner fin a esta serie de catastróficas desdichas que casi les cuesta una plaza en las Semifinales de Copa del Rey. Su próximo escollo es la visita de un Madrid sumido en la más oscura de sus crisis recientes. Mucho morbo para un partido donde ambos llegan necesitados y con una rivalidad que trasciende los límites del terreno de juego. Es el partido perfecto para que sus once soldados salgan a partirse el pecho por un escudo que ha sufrido muchos agravios con gente como Neville, Ayestarán, Prandelli y demás advenedizos que parecían intentar con todas sus fuerzas hundir a un club importante a base de desplantes futbolísticos.


Probablemente no será la última prueba de fuego esta temporada, pero sí que empieza a ser de las últimas que le quedan. Seguir vivos en Liga pasa por controlar al lobo herido que será el Real Madrid el sábado.

Marcelino García Toral, el Caballero Oscuro que el propio Frank Miller podría haber ideado para este Valencia. Es el héroe que Mestalla merece y, esta vez sí, el héroe que necesita ahora.