La fiesta de la bipolaridad en el Valencia

Todos asistimos a fiestas o eventos especiales que requieren cambios, adaptaciones o simplemente cierto protocolo. Una boda, una comunión o una reunión. Situaciones que se salen de lo habitual, de la rutina, y que precisan adaptaciones socialmente impuestas por la eterna batalla impuesta del “qué dirán”. Ese día cumples, das un paso adelante, te adaptas y luces tus mejores galas. Pues en el fútbol, algo similar.



En la capital del Turia están viviendo una situación similar. O al menos eso expresan y desprenden los resultados del Valencia. El conjunto de Marcelino es decimocuarto clasificado en La Liga. Una posición bastante alejada de sus expectativas, de lo previsto, de lo preparado el pasado verano, y evidentemente estos resultados no tienen demasiado contenta a la afición blanquinegra. Sin embargo, ocurre algo curioso. El Valencia viste de sport diariamente cuando la rutina está presente, cuando no hay ninguna motivación extra que despierte ese apetito especial para hacer un esfuerzo extra. O al menos eso se puede apreciar y analizar viendo sus resultados contra equipos 'grandes', en grandes citas, en partidos de enorme poder mediático y relevante.

El conjunto de Mestalla no rinde mal del todo ante equipos poderosos, cuando la exigencia es mayor, cuando se les exige subir su nivel de rendimiento. El Valencia ha jugado, y no ha perdido, contra rivales de la talla de Atlético de Madrid (1-1), Manchester United (0-0 en Old Trafford, 2-1 en Mestalla), 1-1 contra el Barcelona y 1-1 contra el Sevilla. Evidentemente, estadísticamente, de forma resultadista, sólo ha conseguido una victoria ante estos rivales citados, pero el punto de vista positiva, alternativo, es que en estas grandes citas, donde la exigencia es máxima, muy superior a la habitual, no han perdido, han podido sobrevivir en cierta medida.

Si se elige un filtro objetivo, el resultado del Valencia es positivo y sería capaz de ser considerado un equipo competitivo, ya que no ha caído en ninguno de estos grandes duelos. Sin embargo, el problema llega cuando dejan los trajes, los cuelgan en las perchas de sus respectivos dormitorios, se duchan, se ponen ropa cómoda y se relajan. Ahí recae el problema. Desaparece la exigencia máxima, la motivación extra de acudir a un gran evento, de enfrentarse a un rival de nivel superior, y los resultados se mantienen. El rendimiento es grande, existente, es visible, pero sólo en ciertos momentos. Luego, la clasificación liguera o la eliminación en Champions League coge sentido cuando los resultados no llegan en tropiezos más inesperados que dejan en mal lugar, o descolocados, los resultados ante grandes equipos. Derrotas como ante el Espanyol o Girona, empates ante Eibar, Young Boys (en Suiza) o Leganés. Incluso victorias por la mínima ante equipos como el a priori muy inferior Ebro. Resultados que dejan en fuera de juego el contexto del protocolo, del traje, de la elegancia.


Parece, da la sensación, que cuando desaparece la exigencia máxima, cuando no es preciso de forma obligatoria dar un paso adelante, la concentración no parece ser la misma. O al menos eso se deduce de sus resultados. ¿Cómo es posible que el Valencia gane al Manchester United, o empate ante equipos como Barcelona o Atlético de Madrid y luego pierda en casa ante el Girona o gane por la mínima (con enfado de la grada) a un inferior Ebro? ¿Qué explicación puede darse a eso?



La fiesta de la bipolaridad valencianista. No es lo mismo acudir a un evento presidido por altos poderes nacionales que a una fiesta de amigos en el barrio más hipster de tu ciudad. Mientras en uno usas gomina de la buena, en la otra incluso buscarás ir despeinado para transmitir personalidad y dar sensación de vivir despreocupado. Pero serás la misma persona. En este caso, el Valencia es el mismo club, tiene la misma plantilla, con los mismos jugadores, con el mismo entrenador, incluso con el mismo elevado presupuesto invertido en verano.

¿A qué se debe este cambio brusco de imagen, de sensaciones y de rendimiento?


Artículo realizado por Esteban Gómez (@mirondo9)