Los platos rotos los ha pagado el más débil

Este lunes saltaba la noticia en forma de destitución. Ocho jornadas han sido suficientes para que el Espanyol decidiera poner punto y final a la etapa de David Gallego al frente del primer equipo. El entrenador de Súria asumió el verano pasado el banquillo de Cornellà-El Prat tras una notable labor al frente del filial. Su sustituto es Pablo Machín.

 

Para quien escribe estas líneas la destitución de un técnico es siempre un fracaso del club y, en especial, de su dirección deportiva. Quien tomó la decisión de otorgar la dirección del primer equipo a David Gallego debía ser consciente de las cualidades de la plantilla y, por ende, tener claro que quien mejores condiciones reunía para sacar el máximo rendimiento a esos futbolistas era el hasta entonces técnico del filial.

Además, a nadie se le escapa que era bien sabido que tanto Mario Hermoso como Borja Iglesias estaban muy cerca de salir del club, como así sucedió finalmente. Se trata de dos bajas muy sensibles. No olvidemos que el fútbol se cocina en el centro del campo pero que se decide en las áreas, y a David Gallego le privaron de los elementos decisivos en las mismas con la marcha de su mejor central y de su mejor delantero.

Esa falta de contundencia en ambas áreas, que desde la dirección deportiva no han sabido suplir, ha sido una de las razones de la dinámica negativa del Espanyol. A todo ello hay que añadirle el desgaste que supone jugar tres eliminatorias de Europa League y después en la fase de grupos el hecho de jugar un jueves en Moscú y el domingo al mediodía en Palma de Mallorca.

Es irrefutable que los números ligueros son deficitarios y las sensaciones ofrecidas paupérrimas, pero si se apuesta por un técnico hay que darle confianza. Los proyectos son a largo plazo. Es un error despedir a un técnico de la casa en dos meses. ¿Acaso no era David Gallego la mejor opción? De ser así el Espanyol se equivoca.

 Y de no ser la mejor opción se equivocó en verano. El nombre de Machín ya estuvo sobre la mesa. Si se considera que el soriano es el que reúne el perfil idóneo de entrenador para esa plantilla, ¿por qué no apostó por él la dirección deportiva del Espanyol cuando Rubí fichó por el Betis? Lo que está claro es que quien se va es David Gallego, pero quien decidió darle la alternativa ha fracasado y continúa en su puesto, como en la mayoría de los casos en que se destituye a un entrenador. Es tiempo de reflexión para el Espanyol.