Pedri pertenece al selecto grupo

Pedri está siendo una de las sensaciones más brillantes de estos primeros meses de temporada en el fútbol español. Su calidad era conocida, pero el primer foco del Barcelona ha sido determinante para que su escaparate sea todavía mayor. Eso, y que se ha convertido en el nuevo socio perfecto de Leo Messi.

El joven jugador tinerfeño está brillando con luz propia. Es una realidad. Un futbolista que pertenece a ese selecto grupo de jugadores que levantan al aficionado de su asiento, que crea expectación simplemente con un detalle tan simple como tener la posesión del balón. No ocurre siempre. No ocurre con todos. Y es ahí donde se crea la excepción. Una maravillosa excepción que le han convertido en una de las más altas, positivas e ilusionantes notas de este primer tramo de curso en el Camp Nou.

Su calidad es innata. Su fútbol ofrece quilates a raudales. Su juventud, su cierta inexperiencia fruto de la edad. Quizás sean dos factores clave en su forma de determinar los partidos. Ese descaro, ese atrevimiento, esa verticalidad, son las grandes claves de una explosión mediática que sólo viene a confirmar la realidad que venía escribiendo en los últimos años. Su segundo foco, en la sombra, ya se le quedaba pequeño. El mundo del fútbol español ya conocía a esa joven perla que era capaz de maravillar incluso a rivales. Pero su fichaje por el Barcelona ha sido la nota que ha explotado todo.

Ronald Koeman ha encontrado en él un diamante en bruto que puede salvar muchos de sus debates. La temporada había empezado mal. Tras un verano movido, polémico, turbio, explosivo, el inicio de curso no ayudaba demasiado en términos deportivos. Pero ha sido la calidad, rendimiento y brillo de Pedri un argumento que ha ganado muchísimo terreno en el plano informativo.

Y, ojo, porque incluso se han creado debates populares (quizás más fruto de la desesperación que de la realidad) que afirman que Pedri, la joven perla, ha creado un clima deportivo diferente que incluso podría estar afectando anímicamente a Leo Messi y, en consecuencia, podría estar ayudando a un supuesto cambio de idea del argentino respecto a su futuro.

Es cierto que Messi transmite sensaciones muy diferentes. Tanto a nivel personal, visible, como deportivo, futbolístico. El propio jugador confesó en la reciente (y mediática) entrevista concedida a Jordi Évole que lo había pasado muy mal y, eso, evidentemente, había afectado a su rendimiento sobre el terreno de juego. Pero ahora Messi sonríe. Sonríe como antaño. Disfruta como antes. El argentino se muestra mucho más cómodo, disfrutando, y en muchas de esas jugadas siempre acaba en un tierno y cercano abrazo con Pedri.

Su entendimiento es absoluto. Pedri es consciente de que el esquema del Barcelona gira sobre la figura de Messi. A partir de ahí, píldora de calidad por aquí, píldora de calidad por allá. Con permiso de Jordi Alba (quizá su lesión ha sido clave), el joven jugador se ha convertido en el socio perfecto de Messi. Su entendimiento es total. Sus abrazos son innatos, pasionales. Sus reacciones jugando juntos parecen automatizadas, como si llevaran años juntos.

Pedri ha llegado al Barcelona para presentarse en sociedad para todos aquellos que no miren más allá de la élite. Muchas personas sabían que había un chico joven que estaba firmando grandes actuaciones en Segunda División, pero sin más. Hasta que ha llegado al Barcelona. Hasta que, además, está siendo titular y pieza clave.

Su fichaje generó ilusión, pero lejos de la llegada de una megaestrella mundial. El pasado mercado de fichajes no fue brillante, ni ilusionante. Pero, ahora, viendo al tinerfeño, parece que ese escenario duele menos.


Pedri, en apenas meses, ha entrado sin cita previa en ese selecto grupo de jugadores de primer nivel que enamora, que maravilla, que engancha. Da igual el rival, da igual el once. Si juega Pedri, ya hay una excusa para sentarse en el sofá. Solo. En compañía. Con gente conocida, con extraños. No importa. Cuando él coge el balón, todos acaban sintiendo lo mismo. El mismo rostro, la misma expresión de felicidad, de fascinación. La misma sensación de saber que se está viendo algo diferente, casi mágico, casi sobrenatural.

Su estatura, sus regates, su calidad, sus movimientos, su entendimiento, su madurez futbolística para haber caído de pie en la primera plantilla de un Barcelona que, pese a que no vive su mejor momento de forma, mantiene el foco mediático. Ahí, en esa primera fila del escaparate, nada parece preocuparle, ni pesarle, ni afectarle.

Ha nacido para jugar al fútbol y cuando entra en el hall de ese selecto grupo de magos del fútbol, todos sonríen conscientes de que ha llegado uno de los suyos. Si los allí presentes sonríen, imaginad lo que ocurre con el resto de los mortales cuando le ven en acción.