¿Por qué hay que etiquetarles ya?

Habréis oído hablar en los últimos días de un tal Kylian Mbappé y de un tal Erling Haaland. Dos jóvenes muchachos que juegan al fútbol y que, parece, no se les da mal.

Dos futbolistas relacionados con los mejores clubes del mundo por sus características físicas, goleadoras y deportivas. Dos privilegiados del mundo del fútbol que están firmando registros autoritarios y que se han convertido en los grandes protagonistas de los Octavos de Final de la Champions League.

El partido de Mbappé en el Camp Nou y el de Haaland en el Ramón Sánchez Pizjuán les ha convertido en la última semana en los grandes focos del fútbol europeo y en la gran pesadilla del fútbol español en términos continentales. Barcelona, primero, y Sevilla, luego, fueron las víctimas que vivieron (y sufrieron) en primera persona los respectivos recitales del francés y del noruego.

Sin embargo, al mismo tiempo que sus figuras se elevaban al Olimpo de los Dioses en Europa, nacía otro debate que ha ganado terreno de forma notable. Sus actuaciones, sus registros en los últimos años, haberlo conseguido de forma tan acentuada y regular, ha comenzado seriamente a plantear la posibilidad de que el histórico y omnipresente duelo entre Cristiano Ronaldo y Leo Messi tenga sucesores.

Ya no sólo se habla de que Haaland y Mbappé son excelentes. Ya se comenta, se asegura, se rumorea, que Cristiano y Messi tienen futbolistas a su altura para cederles el testigo tras dominar el fútbol en las últimas dos décadas. Con ambas leyendas entrando en la recta final de sus respectivas carreras, el mundo del fútbol parece querer estar convencido de que hay jugadores a los que seguir a partir de entonces. La necesidad popular de colocar esas dos etiquetas lleva años de búsqueda y ahora muchos están algo más tranquilos. O eso quieren creer.

Pero, ¿realmente son sus sustitutos? ¿Quién marca la validez? ¿Quién les designa? Todo ello dejando a un lado la pregunta más importante de verdad: ¿por qué hay que encontrar sustitutos? Aunque esto ya lo resolverán los expertos.

Partiendo del contexto actual, ¿son los candidatos perfectos? Por condiciones, por registros, por calidad, por determinación, por la sencillez con la que convierten lo difícil en fácil, y por la dinámica ascendente que están firmando. Quizás sí. O al menos tienen el derecho a la duda. Un derecho que, eso sí, ya es cosa seria, puesto que se está hablando de Cristiano y Messi, dos de los mejores futbolistas de la Historia.

Sin embargo, pese a que es un entretenimiento interesante (tampoco vamos a engañarnos) ¿quién sabe cuántos títulos o momentos históricos van a firmar? ¿En cuántas finales van a marcar? ¿Cuántas lesiones van a tener hasta el final de sus respectivas carreras? Son muchas las incógnitas por resolver hasta que puedan ser considerados sus sustitutos.

Nunca me han interesado estos debates y estas eternas comparaciones. Disfruté del recital de Mbappé e hice lo mismo con el partido de Haaland. Me maravilla verlos en acción semanalmente y ver cómo son capaces de marcar la diferencia de esa forma tan innata y diferente. Me parecen dos jugadores maravillosos, extraordinarios, majestuosos. El adjetivo que más os guste. Sí, es indudable que son muy buenos, que tienen un presente muy importante como para omitir lo que están haciendo, pero calma. Tienen un futuro, digamos, muy interesante, pero calma.

Cristiano y Messi son leyendas del fútbol. Palabras mayores. Si se lleva tanto tiempo intentando encontrar sustitutos a su liderazgo es más fruto de debates estériles que aportan más bien poco realmente y que sólo sirven para rellenar, entretener, pero que, como todo en esta época de titulares e informaciones fugaces, son mucho menos importantes de lo que realmente quiere venderse.

Os propongo algo muchísimo más sencillo. Disfrutad de Mbappé. Disfrutad de Haaland. Disfrutad de ambos por separado. Y entonces, de aquí a unos años, cuando sus respectivos casilleros de premios, títulos y logros vayan ganando peso, entonces, podemos retomar este debate. Me seguirá pareciendo más de lo mismo (el debate), pero le veré algo más de fundamento y sentido.

Han nacido dos jugadores extraordinarios. Disfrutemos de ellos.