Zidane 2.0(22)

Pues ya está aquí. Ha vuelto. Como en toda buena película de terror, cuando pensabas que ya te habías librado del villano, éste vuelve…con más fuerza que nunca.



Zidane llega al Madrid firmando un contrato por lo que resta de temporada y otras 3 más en lo que parece un movimiento win-win pase lo que pase. Pero recapitulemos un poquito para saber cómo hemos llegado hasta aquí.


31 de Mayo de 2018. El madridismo era el culmen de la felicidad tras haber levantado hacía sólo 5 días su tercera Champions consecutiva, la cuarta en cinco años. No había mejor equipo en el mundo, con mayor supremacía y dominio sobre los demás. Una especie de New England Patriots del fútbol europeo, pero más a lo bestia, porque final que tocan, final que se llevan. Sin embargo, no todo era felicidad y armonía porque, aún sobre el césped, Cristiano dejaba entrever que se piraba. Así, sin cortarse un pelo. Y, con eso, empezó todo.



Zidane lo sabía. Pensar cualquier otra cosa supone pecar de una inocencia terrible. Tras esa sonrisa entrañable se esconde el hombre que controla hasta la más mínima respiración que tiene lugar dentro de su vestuario. Zidane sabía si a Sergio Ramos le ha salido un caballo rebelde o si Bale ha conseguido mejorar su hándicap. Así pues, siendo plenamente consciente de que se iba el hombre que había sostenido al equipo (pese a su lamentable juego), haciéndoles ganar tanto y en tan poco espacio de tiempo… decidió emularle, coger la puerta, e irse.


Sin goleador y sin entrenador, con una plantilla un añito más vieja y con muy poquita regeneración. Complicado. La papeleta se la comió un Julen Lopetegui que cuando firmó por la casa blanca no debía tener la certeza de que Ronaldo abandonaba el barco. Había rumores, pero el bueno de Julen pensaría que era capaz de retenerle. No fue así y pasó lo que tenía que pasar si no fichas sustituto: no metes los mismos goles con Cr que sin él. Dado que el fútbol se basa en meter más goles que tu rival a lo largo de 90 minutos y el Madrid seguía teniendo los mismos problemas defensivos que el año pasado, pero metía 1 o 2 goles menos por partido, los resultados acabaron por empujar a Julen al fondo del hoyo.



Y llegó Solari. Y los gurús empezaron a proclamar la nueva venida del Mesías, emulando a su antecesor francés que, como él, llegaba en mitad de una temporada nefasta, habiendo echado al anterior entrenador. Solari iba a ser el nuevo Zidane. Pero el jardín del argentino estaba seco. Y pasaron las fechas. Y algunas cosas mejoraron, pero otras no. Ganaron el derbi en un partido  (des)controlado por el VAR donde ambos tenían mucho de lo que quejarse, por lo que quizá tampoco se le puede dar al argentino el mérito de la victoria. 



De Solari nos llevamos que le ganó al Melilla con dos cojones, que desterró del once a Isco por gordo, que nos descubrió al nuevo brasileño que dispara a portería como si no hubiera visto una en toda su vida y que, pese a todo, las buenas caras no sirven para ganar puntos. Eso sí, hay que reconocerle que tuvo el valor para sentar a un decadente Marcelo y que en su lugar puso a un niño que ha rendido de maravilla, que supo hacer lo mismo con Casemiro y Llorente y no le tembló el pulso, aunque no sabemos si lo hizo con criterio o no.


Pero su época terminó y 284 días después, vuelve el terror a los corazones de todos los aficionados al fútbol en forma de señor calvo sonriente. La gente dice que segundas partes nunca fueron buenas pero porque posiblemente se limiten a repetir cual papagayos lo que han oído decir a los gafapastas que creen que saben del tema. Si la segunda (¿tercera?) etapa de Zidane como entrenador del Madrid será provechosa para los blancos o no sólo lo sabremos a partir del sábado.