Sergio Ramos: llámenlo como quieran
No se llama Gareth, ni tampoco Eden. Es español, no extranjero. Y, sobre todo, recibe una permisividad mediática que todavía sigo sin entender. O más que no entenderlo, intento asimilarlo dentro de una falta de lógica que inunda todo y que, desde fuera, ha generado un escenario tan decadente como poco ético.
Es la realidad. La situación de Sergio Ramos en términos físicos es muy preocupante. Ni buena, ni mala. Es preocupante, pero lo que más desencanto me provoca es el silencio informativo, el desvío informativo, el maquillaje que se aplica desde hace un año y medio sobre su figura.
Es un caso idéntico (incluso peor) a los tan mediáticamente criticados, juzgados y vomitivamente cubiertos de Gareth Bale o Eden Hazard en los últimos años.
Siempre he defendido al galés y al belga porque siempre pensé (y pienso) que sobrepasaba lo deportivo. Incluso en mi canal de YouTube traté el tema desde el aspecto racista. Al ser extranjeros, daba la sensación de que sus respectivas continuas lesiones eran juzgadas por más exigente de los letrados, por un jurado popular compuesto por integrantes con rasgos y valores demasiado marcados como para tomarlos como normales.
Existía un aroma que llamaba a todo menos a ventanas abiertas. Algo así como una casa con humedad que no ha sido ventilada ni habitada durante años.
La situación de Sergio Ramos es preocupante. Su último año y medio en término de lesiones es demasiado serio como para no dejarlo estar. Sigue sin debutar con el Paris Saint-Germain por una lesión que ya arrastraba del Real Madrid. Sigue sin haber disputado un sólo minuto y su fichaje (allá por el 8 de julio) empieza a ser un fiasco.
Es cierto que su edad es un hándicap. Es cierto que debe recuperarse bien. Pero también es cierto que existen ciertos aspectos que no se están contando y, sobre todo, el trato mediático está aparcado en un silencio y en un trato especial que viene a confirmar lo que me venía temiendo.
Si la situación ya es preocupante, si su fichaje por el PSG ya empieza a ser decepcionante, ¿por qué no se valora de igual manera en España ahora como en su día sí se hacía con Bale y Hazard? Quiero pensar que la 'excusa' es que ya no juega en el Real Madrid. Pese a que me parece algo preocupante (por la profesión, más que nada), puedo llegar a entenderlo, pero creo que la lógica (me río al escribir esto) debería existir también ahora.
Sergio Ramos ha firmado el peor año y medio de su carrera deportiva. El central español encadena lesión tras lesión, con recuperaciones demasiado lentas, con idas y venidas, con recuperaciones y recaídas. Pero no parece pasar nada. Se normaliza una situación idéntica a la de otros jugadores que, casualmente, no son españoles y que todavía hoy se les sigue criticando con una doble moral tan indecente como inmoral.
Y ojo (esto me parece desternillante), se pedía su convocatoria para la pasada Eurocopa. Se juzgó al seleccionador de anti-madridista (no seré yo el mayor defensor del asturiano) simplemente por no incluirle en la convocatoria porque, evidentemente, su temporada había sido gris por sus continuos problemas físicos.
Siguiendo esa lógica Pochettino también debe tener algo en su contra. O, claro está, seguramente se dedique a hacer bien su trabajo.
Bien. Todavía sigue con dolencias desde entonces, todavía mantiene ese misterioso aura de que algo no funciona bien. Y digo misterioso por lo comentado anteriormente. Silencio. Falta de transparencia. Con casos idénticos se clamaba al cielo, se creaban noticias tan cogidas con pinzas como éticamente deleznables.
Quizás el problema (teniendo en cuenta que desde París nacen noticias que afirman que el PSG mantiene rígida la decisión de que no vuelva hasta que esté al cien por cien) es que en la capital francesa no tiene la egocéntrica seguridad y liderazgo que tenía de forma desmedida en Madrid. Quizás en Francia no manda tanto. Quizás en el país galo le paran los pies de forma contraria a lo que ocurría en el Real Madrid.
Mientras tanto, preocupación en el PSG, una tendencia a la decepción sobre su fichaje y silencio absoluto (con intereses ocultos, claro) desde España.