El Clásico de los ausentes
Normalmente, los partidos se definen por quiénes juegan. Sin embargo, el próximo gran partido del panorama nacional viene marcado por las estrellas que no saltarán al césped.
Cuando Cristiano Ronaldo abandonaba el club blanco durante el mercado de fichajes de este verano, todas las cabezas se volvían hacia el otro extremo del puente aéreo. Mirábamos para Barcelona y pensábamos “¿Qué sería del Barsa sin Messi?”. El propio astro argentino hacía unas declaraciones en las que reconocía no poder imaginarse ya un Madrid sin Cr. Casualidades de la vida, la primera vez que se vayan a ver las caras ambos equipos en esta 2019/2019, ni Cristiano ni Leo se vestirán de corto.
Y es que en menos de 5 días asistiremos al primero de los duelos Barsa-Madrid, Madrid-Barsa del año, amén de que puedan encontrarse en UCL o Copa del Rey. El supuesto partido que paraliza el mundo, el que aglutina la mirada de todos los espectadores del planeta, el lugar a donde se dirige la atención de todo ser viviente desde Japón hasta Alaska… Acabarán diciendo que hasta los extraterrestres estarán pendientes de un duelo que llega tan descafeinado que lo único que importa es si Valverde y Lopetegui se sentarán en sendos banquillos o si podrá jugar Vinicius (como si fuera a ir convocado…).
El Madrid ha arrancado LaLiga que está a punto de pedir un reset. Ni goles, ni estilo, ni absolutamente nada. Todo les sale mal. Todo, salvo una cosa: que los de enfrente no están mejor. En condiciones normales, estarían ahora a unos 10-12 puntos del líder. Pero es que ni Barcelona (ni Atlético) están rindiendo al nivel esperado.
Porque en el Madrid se habrá ido Cristiano y están mal, pero el día que se vaya Messi, el Barsa desaparece. La Messidependencia es tal en el Barcelona que incluso aunque juegue, si no son capaces de darle balones, los culés no juegan a nada. Ahora, cuando el shequeteto la agarra, la vida le sonríe al club azulgrana. La lesión de Messi ha borrado la sonrisa y la esperanza a más de uno, porque sin él parece una gesta de imposible consecución ganar cualquier partido. Salvo, quizá, el que te enfrente contra el eterno rival.
Así pues, llegamos a un Clásico donde ninguno de los dos equipos está a su nivel, donde las dos grandes estrellas que polarizaron el duelo en cursos deportivos previos estarán viendo el partido desde su casa y, posiblemente, con las cabezas de ambos entrenadores pendiendo de un hilo. Se presenta un partido más bien de necesidades que de habilidades. Pero, si echamos la vista atrás, el cartel de éste año luce mucho menos que el de otros años.