La jugada maestra de Roman Abramovich
El Chelsea oficializaba la pasada semana el fichaje de Romelu Lukaku procedente del Inter de Milán en una operación que se cerró en 115 millones de euros.
Un traspaso imponente, mediáticamente explosivo, candente en términos informativos y que, muy seguramente, será catalogado como uno de los movimientos más importantes del verano. En resumen, un fichaje que ha creado una expectación y un foco enorme.
El Chelsea firma a uno de los mejores delanteros del mundo. El actual campeón de Europa se refuerza con un atacante físicamente descomunal que, pese a ello, se complementa perfectamente con unas cifras goleadoras a la altura (nunca mejor dicho) de muy pocos jugadores del fútbol mundial.
Pero hablemos de Abramovich, comentemos sobre Roman, analicemos el trabajo que ha realizado con la siempre fructífera y eficiente Marina Granovskaia. Una pareja de profesionales rusos que siguen alzando a los cielos británicos el proyecto del Chelsea de forma extraordinaria.
Roman Abramovich tenía un plan, y así se lo hizo saber a su fiel compañera de viaje Blue, Marina. El Chelsea, tras ganar la Champions League, debía dar un golpe en la mesa del mercado y pronto se pusieron sobre la mesa dos nombres igual de importantes, deseados como rotundos. Erling y Romelu. Halaand y Lukaku. Ambos junto a un tercer nombre que apareció como 'plan C' pero que nunca pasó a la lista de prioridades, como fue Robert Lewandowski.
El Chelsea quería a Haaland y Lukaku para impulsar el proyecto tras coronarse continentalmente (ahora por partida doble, tras su reciente éxito en la Supercopa de Europa). Y, finalmente, el elegido fue el delantero belga.
Un megatraspaso. Un fichaje que, reiteramos, se cerró en 115 millones de euros, pero que esconde una financiación que ha hecho poco ruido, que se ha producido de forma silenciosa y que describe perfectamente lo bien que funciona el club de Stamford Bridge.
Una cifra gigantesca. 115 millones. Rotundo, muy importante, a la altura de muy pocos clubes del mundo. Se juntaron la ambición del propietario ruso con un Inter de Milán que precisaba de liquidez.
Pero existe una intrahistoria que se localiza en la puerta de salida del Chelsea. El club inglés está dando partida a jugadores sin que tenga demasiada repercusión informativa, pero que sí está teniendo presencia en las cuentas. Ya han salido Olivier Giroud, Tomori, Moses y Tammy Abraham. Futbolistas que ya han dejado en las arcas casi 75 millones de euros, generando un colchón que facilita mucho el fichaje de Lukaku.
Por ahora, el belga sigue teniendo un precio pagado alto, muy elevado, pero el balance de las cuentas no se traduce en tantas pérdidas ni en un desequilibrio tan alto como pueda parecer. El Chelsea está vendiendo jugadores secundarios, sin demasiado protagonismo (algunos de ellos hubieran tenido mucho menos con Lukaku) y que no parecían ser prioridades para Thomas Tüchel.
Y da la sensación de que saldrán más. Con más de dos semanas por delante hasta el final del mercado de fichajes, el club dará salida a más futbolistas que no están en la lista de prioridades y que ayudarán a sanear en cierta medida la economía del club.
No es el plan perfecto, pero sí quizás una planificación lógica, trabajada y que ensalza el mercado de fichajes del campeón de Europa ante el reto de dar un paso adelante en la Premier League.